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Olga la Bruja y la Maldición del Cuerpo de Bomberos

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas, una estación de bomberos que era la envidia de toda la región. No solo eran valientes, sino que su eficacia para apagar incendios era casi mágica. Sin embargo, esa magia no era casual. Olga, una bruja misteriosa que vivía en el bosque cercano, había lanzado un hechizo años atrás, otorgándoles una suerte sobrenatural a cambio de una condición: cada año, en la noche más oscura del invierno, debían llevarle una antorcha encendida desde su estación.

Todo marchaba bien hasta que, un invierno, el nuevo jefe de bomberos, un hombre escéptico llamado Marcos, se negó a participar en lo que consideraba “supersticiones tontas”. Nadie en la estación llevó la antorcha a Olga. Esa misma noche, un extraño viento helado recorrió el pueblo, y al amanecer, las llamas del hogar de la estación de bomberos no encendían, sus camiones se quedaban sin combustible, y los bomberos, una vez ágiles, comenzaron a enfermar misteriosamente.

Desesperados, los bomberos decidieron visitar a Olga para entender qué ocurría. Marcos lideró al grupo, aunque seguía convencido de que las maldiciones no eran reales. Cuando llegaron a la cabaña de Olga, ella los esperaba en la puerta, con una sonrisa que no era del todo amable.

—Han roto el pacto —dijo, mientras los observaba con sus ojos brillantes—. Sin fuego para mí, no habrá fuego para ustedes.

Marcos, aún incrédulo, le pidió pruebas. Olga agitó su varita y frente a ellos apareció una visión de lo que sucedería: incendios imparables en el pueblo, destrucción, y un cuerpo de bomberos impotente para ayudar. Horrorizados, los bomberos suplicaron una solución.

—Solo romperé la maldición si todos ustedes se comprometen a respetar el pacto, cada uno de ustedes, para siempre —exigió Olga—. Y deberán llevarme la antorcha no una vez al año, sino en cada luna llena.

Marcos se opuso, pero el resto de los bomberos, aterrados por la visión, aceptaron. Desde ese día, Olga recibió su antorcha regularmente, y los bomberos recuperaron su destreza, aunque algunos aún sospechaban si era magia o simplemente la confianza que habían perdido.

Olga, mientras tanto, mantenía su poder en el bosque, agradecida de que su pacto fuera respetado. En el pueblo, la historia de la bruja y la maldición se convirtió en leyenda, recordando a todos que incluso los más valientes deben respetar lo desconocido.

Fin.

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